Ahora que Natalie Jeremijenko va a estar en el Medialab de Madrid recuerdo que nunca llegué a escribir sobre Ozz, el proyecto que presentó en el City of Women de Ljubljana el pasado mes de octubre. Jeremijenko es una ingeniera pasada a artista que diseña interfaces tecnológicos para interactuar con el entorno. En Ozz, reinventa el concepto victoriano del zoo y nuestra relación con los animales en los parques de las ciudades y lo hace, sobre todo, ayudada por niños, los humanos mejor capacitados para aprender otros lenguajes. A diferencia de los mayores, ellos aún son capaces de imitar el sonido de un pato y aprenderlo antes que una computadora. En el parque de Ljubljana sacó sus patos cyborg (con ruedas, cámaras, micros y altavoces incorporados) y su colección de silbatos (con una amplia gama de sonidos: hola amigo / fuera de mi territorio / quiero sexo ahora…) para entrar en contacto con los dos habitantes del lago.
El punto de partida de Ozz es sorprendente: con la transformación de las ciudades éstas se han convertido en lugares mucho más habitables que el medio natural. Tanto que algunos animales van a parar a los parques de las urbes más enormes del planeta buscando lo que fuera de ellas ya no pueden encontrar: alimento, plantas y espacios seguros para reproducirse y cuidar de sus crías. En plena era cyborg, bichitos y humanos habitamos los mismos espacios naturales, los pocos que nos quedan. Bonita paradoja.